miércoles, 29 de junio de 2011

Isa, el Jesús musulmán

por el Dr. Mark Durie

Traducido por Daniela Vidal Ruiz

“La palabra cristiano no es una palabra válida, porque no existe una religión del

cristianismo según el islam”. –www.answering-christianity.com

Cada día oímos y leemos con más frecuencia que el cristianismo y el islam “tienen en común” a Jesús, que Jesús pertenece a ambas religiones. También respecto a Abraham: se habla de la “civilización abrahámica” de Occidente, donde antes se hablaba de “civilización judeocristiana”. Ese cambio de pensamiento refleja la influencia creciente del islam. Estas notas ofrecen algunos datos y reflexiones sobre el “Jesús musulmán”, con el fin de contribuir a situar esa tendencia en su debido contexto. Las referencias entre paréntesis remiten al Corán. Los sistemas de numeración de los versículos coránicos varían, por lo que hay que estar dispuesto a buscar el versículo indicado entre los versículos próximos.

El islam, fe primordial

El islam no se considera a sí mismo como una fe heredera del judaísmo y el cristianismo, sino como la religión primordial, la fe de la que el judaísmo y el
cristianismo son derivados posteriores. En el Corán leemos que Abraham “no fue judío ni cristiano”, sino monoteísta, musulmán (C 3:66). De ahí que sean los musulmanes, y no los cristianos ni los judíos, los verdaderos representantes de la fe de Abraham para el mundo de hoy (C 2:135)

Todos los profetas de la Biblia eran musulmanes

Muchos profetas del pasado recibieron la religión única del islam (C 42:13). ¿Quiénes fueron aquellos profetas anteriores? Según la sura Los Rebaños (C 6:85-87), algunos de ellos fueron Ibrahim (Abraham), Ishaq (Isaac), Yaqub (Jacob), Nuh (Noé), Dawud (David), Sulaiman (Salomón), Ayyub (Job), Yusuf (José), Musa (Moisés), Harun (Aarón), Zakariyya (Zacarías), Yahya (Juan el Bautista), Isa (Jesús), Ilyas (Elías), Ishmael (Ismael), Al-Yash’a (Eliseo), Yunus (Jonás) y Lut (Lot).

El Isa (Jesús) musulmán

Hay dos fuentes principales acerca de Isa, el Jesús musulmán. El Corán da la historia de su vida, en tanto que las colecciones de hadices –recuerdos de los dichos y hechos de Mahoma- establecen su lugar dentro de la visión islámica del futuro

El Corán

Isa fue un profeta del islam

El verdadero nombre de Jesús, según el Corán, era Isa. Su mensaje era puro islam,
sumisión a Alá (C 3:84). Como todos los profetas musulmanes que le precedieron, y
como Mahoma después de él, Isa fue un legislador, y los cristianos deberían someterse a su ley (C 3:50; C 5:48). Los discípulos originales de Isa fueron también verdaderos musulmanes, pues dijeron: “Creemos. Sé testigo de nuestra sumisión. [Somos musulmanes.]” (C 5:111).

“Los Libros”

Como otros mensajeros del islam antes que él, Isa recibió su revelación del islam en
forma de libro (C 6:90). El libro de Isa se llama el Injil o “evangelio” (C 5:46). El libro de Moisés fue la Torá, y el libro de David fue el Zabur (Salmos). De ahí que judíos y cristianos sean “gente del Libro”. La única religión revelada en esos libros era el islam (C 3:18).

Al igual que sucediera con los profetas anteriores, la revelación de Isa verificó las
revelaciones de los profetas que le habían precedido (C 3:49,84; C 5:46; C 61:6). El
propio Mahoma verificó todas las revelaciones anteriores, incluida la revelación a Isa (C 4:47), y por lo tanto los musulmanes tienen que creer en la revelación que Isa recibió (C 2:136). Pero después de Isa el Injil se perdió en su forma original. Hoy el Corán es la única guía segura a las enseñanzas de Isa.

La biografía de Isa

Según el Corán, Isa era el Mesías. Tenía el apoyo del “Espíritu Santo

:110). También se le llama “la Palabra de Alá” (C 4:171). La madre de Isa, Mariam, era hija de Imrán (C 3:34,35) -cf. el Amram de Éxodo 6:20- y hermana de Aarón (y Moisés) (C 19:28). Fue adoptada por Zacarías (el padre de Juan el Bautista) (C 3:36). Siendo todavía virgen (C 66:12; C 19:19-21), Mariam dio a luz a Isa cuando estaba a solas en un lugar apartado, al pie de una palmera datilera (C 19:22ss.)(no en Belén). Recién nacido, Isa habló desde la cuna (C 3:46; C 5:110; C 19:30). Hizo también otros milagros, como dar vida con el aliento a pájaros de barro, curar a ciegos y leprosos y resucitar a muertos (C 3:49; C 5:111). También vaticinó la venida de Mahoma (C 61:6).

Isa no murió crucificado

Los cristianos y los judíos han corrompido sus escrituras (C 3:74-77, 113). Aunque los cristianos creen que Isa murió crucificado, y los judíos afirman haberle dado muerte, en realidad ni se le dio muerte ni se le crucificó, y los que dijeron que había sido crucificado mentían (C 4:157). Isa no murió, sino que ascendió a Alá (C 4:158). En el día de la Resurrección el propio Isa será testigo contra los judíos y los cristianos por haber creído en su muerte (C 4:159).

Los cristianos deben aceptar el islam, y todos los cristianos verdaderos lo harán

Los cristianos (y los judíos) no pudieron librarse de su ignorancia hasta que vino
Mahoma trayendo el Corán como prueba clara (C 98:1). Mahoma fue el don de Alá a los cristianos para corregir malentendidos. Deben aceptar a Mahoma como Enviado de Alá, y aceptar el Corán como su revelación definitiva (C 5:15; C 57:28; C 4:47).

Algunos cristianos y judíos son fieles y creen verdaderamente (C 3:113,114). Todos
esos creyentes verdaderos se someterán a Alá aceptando a Mahoma como el profeta del islam, es decir, se harán musulmanes (C 3:198). Los judíos y los paganos serán los más hostiles a los musulmanes, pero los cristianos
serán “los que tengan más cariño a los creyentes”, es decir, a los musulmanes (C 5:82). Los verdaderos cristianos no amarán a los enemigos de Mahoma (C 58:22). En otras palabras, todo aquel que se oponga a Mahoma no es cristiano verdadero.

Cristianos que aceptan el islam o lo rechazan

Algunos judíos y cristianos son creyentes verdaderos, que aceptan el islam; casi todos son transgresores (C 3:109).

Muchos monjes y rabinos son codiciosos e impiden que los hombres se acerquen a Alá (C 9:34,35).
Los cristianos o judíos que no crean en Mahoma irán al infierno (C 98:6).
Los musulmanes no han de tomar por amigos a cristianos ni judíos (C 5:51). Deben

combatir contra los cristianos y los judíos que rechacen el islam hasta que éstos se

rindan, paguen el tributo y se humillen (C 9:29). A esto se pueden añadir cientos de

versículos coránicos sobre el tema de la yihad en el camino de Alá, así como el “Libro de la yihad” que se encuentra en todas las colecciones de hadices.

Creencias cristianas

Se ordena a los cristianos no creer que Isa sea el hijo de Dios: “sería muy impropio de su majestad trascendente tener un hijo” (C 4:171; C 25:2). Isa fue simplemente un ser humano creado, y un esclavo de Alá (C 4:172; C 3:59).

El Corán acusa a los cristianos de creer en una familia de dioses -Dios Padre, la madre María y el hijo Isa-, pero Isa rechazó esa doctrina (C 5:116). La doctrina de la Trinidades descreimiento, y a los que creen en ella les espera un castigo doloroso (C 5:73).

Isa (Jesús) en los hadices

Isa destructor del cristianismo

El profeta Isa tendrá un papel importante al final de los tiempos, ya que establecerá el islam y hará guerra hasta destruir todas las religiones excepto el islam. Dará muerte al Maligno (Dajjal), un anticristo apocalíptico.

En una tradición de Mahoma leemos que no han de venir más profetas a la tierra hasta que Isa regrese; será “un hombre de mediana estatura o complexión rubicunda, vestido con dos prendas ligeras, de aspecto como si cayeran gotas de su cabeza aunque no esté húmeda. Combatirá por la causa del islam. Romperá la cruz, matará a los cerdos y abolirá el impuesto de capitación. Alá destruirá todas las religiones excepto el islam. Él (Isa) aniquilará al Maligno y vivirá en la tierra cuarenta años, y después morirá” (Sunan Abu Dawud, 37:4310). El Sahih Muslim da una variante de esa tradición: “El hijo de María [. . .] pronto descenderá entre vosotros como juez justo. Él [. . .] abolirá el tributo, y la riqueza se multiplicará de tal modo que nadie aceptará donaciones de caridad” (Sahih Muslim 287).

¿Qué significan esas afirmaciones? La cruz simboliza el cristianismo. Romper cruces significa suprimir el cristianismo. A los cerdos se les asocia con los cristianos. Matarlos es otra manera de aludir a la destrucción del cristianismo. Bajo la ley islámica se paga el impuesto de capitación, a cambio de la protección de la vida y la propiedad de la “gente del Libro” conquistada (C 9:29). Abolir ese tributo significa reanudar la yihad contra los cristianos (y judíos) que vivan bajo el islam, los cuales deberán convertirse al islam so pena de ser ejecutados o hechos esclavos. La abundancia de riqueza se refiere al botín que afluirá a los musulmanes como producto de esa conquista. Esto es lo que hará el Isa musulmán cuando vuelva al final de los tiempos. Juristas musulmanes confirman estas interpretaciones. Véase, por ejemplo, el dictamen de Ahmad ibn Naqib al-Misri (m. en 1368): “[. . .] el tiempo y lugar del [impuesto de capitación] es antes del descenso final de Jesús (la paz sea sobre él). Tras su venida final ya no se aceptará de ellos otra cosa que el islam, pues el cobro del impuesto sólo es efectivo hasta el descenso de Jesús (la paz sea sobre él y nuestro Profeta) . . .” (The Reliance of the Traveller, trad. Nuh Ha Mim Keller, p. 603).

Ibn Naqib añade que Jesús, cuando vuelva, gobernará “como seguidor” de Mahoma.

Observaciones críticas sobre el Isa (Jesús) musulmán

Isa no es un personaje histórico

El Isa del Corán no es un personaje histórico. Su identidad y su papel como profeta del islam no tienen otro fundamento que unas supuestas revelaciones a Mahoma cuando había transcurrido más de medio milenio desde que viviera y muriera el Jesús de la historia.

Jesús jamás se llamó Isa

La lengua materna de Jesús era el arameo. En vida se llamóYeshua en arameo y Jesu en griego. Esto es como llamar a la misma persona John hablando en inglés y Jean hablando en francés: Jesu es la forma griega del arameo Yeshua. (Las final de Jesús es una terminación gramatical griega.) Yeshua a su vez es una forma del hebreo Yehoshua’, que quiere decir “el Señor es salvación”, y que nosotros pronunciamos Josué. Es decir, Josué y Jesús son variantes del mismo nombre.

Es interesante que el nombre de Jesús,Yehoshua’, contenga el nombre propio de Dios en hebreo, por ser la primera sílaba,Yeh-, abreviatura de YHWH, “el SEÑOR”.

A Yeshua de Nazaret nunca se le llamóIsa, con el nombre que le atribuye el Corán. Los cristianos de habla árabe no le llaman Isa, sino Yasou’ (deYeshua).

Jesús no recibió un “libro”

Según el Corán, el “libro” revelado a Isa fue el Injil. La palabraInjil es una forma corrupta del griegoeuanggelion, “buena noticia”. ¿Qué era ese euanggelion? Era sencillamente como llamaba Jesús a su mensaje: una buena noticia. El término

euanggelion no aludía a un texto revelado y fijado, ni hay absolutamente el menor

indício de que Jesús recibiera un “libro” de revelación de Dios.

Los “evangelios” de la Biblia son biografías

Más tarde el término euanggelion vino a ser empleado como título de las cuatro
biografías de Jesús escritas por Mateo, Marcos, Lucas y Juan, los “evangelios”. Fue una expansión secundaria del significado. Parece que fue de esto de donde Mahoma sacó la idea equivocada de que el
Injil fuera un “libro”.

La mayoría de los llamados profetas del islam no recibieron ningún libro

Prácticamente ninguno de los llamados “profetas” del islam, cuyos nombres están
tomados de las escrituras hebraicas, recibió un “libro” o código de leyes. Los Salmos, por ejemplo, no son un libro que revele el islam, como pretende el Corán, sino una colección de cantos de adoración, de los cuales sólo algunos son obra de David. No hay ni rastro de evidencia en la historia bíblica de David de que recibiera un libro de leyes para los israelitas. Ya tenían la Torá de Moisés para seguirla. Así que David no fue un profeta en el sentido que tiene esa palabra en el Corán. Tampoco la mayoría de los profetas que reivindica el islam fueron legisladores ni gobernantes.

La profecía bíblica y la profecía islámica no son lo mismo

El sentido bíblico de la profecía es muy diferente del de Mahoma. Una profecía bíblica no pasa por ser un pasaje procedente de un texto celestial preexistente desde toda la eternidad como el Corán, sino un mensaje de Dios para un tiempo y lugar determinados. Un profeta bíblico es alguien a quien Dios revela cosas ocultas, y que seguidamente actúa como portavoz de Dios. Cuando una mujer samaritana llamó profeta a Jesús (Juan 4:19), fue porque éste le había hablado de cosas de la vida de ella que sólo podía conocer sobrenaturalmente. El cristianismo enseña que Jesús fue un profeta, pero no trajo ningún “libro”: él mismo era la viva “Palabra de Dios”, título que se aplica a Isa en el Corán.

En modo alguno se incorporaron al texto bíblico todas las profecías mencionadas en la Biblia. La Biblia está compuesta por materiales muy diversos, originalmente escritos con muchos propósitos distintos: cartas, cánticos, poesía amorosa, relatos históricos, textos legales, sabiduría proverbial, además de pasajes proféticos. Se consideran inspirados por Dios, pero no dictados de un libro celestial situado fuera del tiempo.

En cuanto historia profética, el Corán contiene muchos errores y anacronismos

La afirmación de que Jesús no fue ejecutado mediante crucifixión no tiene ninguna base histórica. Una de las cosas en las que coinciden todas las primeras fuentes es la crucifixión de Jesús.

A Mariam, la madre de Isa, se la llama hermana de Aarón, y también hija del padre de Aarón, Imrán (Amram en hebreo). Es claro que Mahoma confundió a María (Miriam en hebreo) con la Miriam del Éxodo. ¡Hay más de mil años de distancia entre las dos!

la Biblia, Amán es el ministro de Asuero en Media y Persia (Esther 3:1-2). Pero el

Corán le sitúa más de mil años antes, como ministro de Faraón en Egipto.

La afirmación de que los cristianos creen en tres dioses –el Padre, el hijo Jesús y la
madre María- es errónea. También yerra el Corán al afirmar que los judíos dicen que Esdras era hijo de Dios (C 9:30). La acusación de politeísmo lanzada contra el
cristianismo y el judaísmo es falsa y producto de la ignorancia (Deuteronomio 6:4;
Santiago 2:19).

La historia del “bicorne” (C 18:82; cf. también Daniel 8:3,20-21) procede del Romance de Alejandro. Ciertamente Alejandro Magno no era musulmán.

Del problema del nombre Isa ya hemos hablado. También otros nombres bíblicos
aparecen equivocados en el Corán, y perdido su significado. Por ejemplo Eliseo, que significa “Dios es salvación”, aparece en el Corán como
al-Yash’a, convirtiendo EL, “Dios”, enal-, “el”. (La tradición islámica hizo lo mismo con Alejandro Magno,
llamándole
al-Iskandar, “el Iskander”). Abraham, “padre de muchos” (cf. Génesis
17:5), habría sido mejor representado por algo como
Aburahim, “padre de misericordia”, en lugar de Ibrahim, que en árabe no significa nada.

En el Corán es un samaritano el que hace el becerro de oro que los israelitas adoran en el desierto (C 20:85) durante el Éxodo. En realidad fue Aarón (Éxodo 34:1-6). No hubo samaritanos hasta varios siglos después; eran descendientes de los israelitas del norte, siglos después del Éxodo.

Muchas historias del Corán tienen su origen en narraciones populares judías y cristianas y otros textos apócrifos. Por ejemplo, una historia que muestra a Abraham destruyendo ídolos (C 37) se encuentra en un cuento popular judío, el Midrash Rabbah. La historia coránica de Zacarías, el padre de Juan el Bautista, está basada en una fábula cristiana del siglo II. La historia de que Jesús nació al pie de una palmera datilera también se basa en una fábula tardía, al igual que la historia de Jesús infundiendo vida a pájaros de barro. Todo lo que el Corán dice de la vida de Jesús y no está en la Biblia se puede hallar en fábulas compuestas más de cien años después de la muerte de Jesús.

Los títulos de Mesías y Palabra de Dios que el Corán aplica a Jesús no encuentran
explicación alguna en el Corán. Pero en la Biblia, de donde están tomados, se integran bien en un sistema teológico completo.

El Corán menciona al Espíritu Santo en relación con Jesús, empleando expresiones que proceden de los Evangelios. Ibn Ishaq (Vida de Mahoma) refiere que Mahoma dijo que ese “Espíritu” era el ángel Gabriel (cf. también C 16:102, C 2:97). Pero la expresión bíblica “Espíritu de Dios” (Ruach Elohim) o “Espíritu Santo” sólo se puede entender ala luz de las escrituras hebraicas. Desde luego no se refiere a un ángel. El anuncio que supuestamente habría hecho Jesús de la venida de Mahoma (C 61:6) parece estar basado en una lectura amañada de Juan 14:26, un pasaje que en realidad se refiere al Espíritu. Las escrituras hebraicas eran la Biblia de Jesús. Él afirmó su autoridad y fiabilidad, y predicó a partir de ellas. Por aquellas mismas escrituras conocía a Dios como Adonai Elohim, el Señor Dios de Israel. Él no llamaba a Dios Allah, que parece haber sido el nombre o título de una deidad pagana árabe que recibía culto en La Meca antes de
Mahoma. Ya el padre pagano de Mahoma, que murió antes de que éste naciera, llevaba el nombre de
Abd Allah, “esclavo de Alá”, y su tío se llamaba Obeid Allah.

Leemos que en el Corán (C53:19-23) se pretende refutar la creencia árabe pagana de que Alá tuviera unas hijas llamadas al-Uzza, al-Ilat y Manat. (Véanse también C 16:57 y
C 6:100.) Las narraciones bíblicas son ricas en detalles históricos, que en muchos casos han sido confirmados por la arqueología. Abarcan más de mil años, y revelan un largo proceso de desarrollo tecnológico y cultural. En contraste, la historia sagrada del Corán carece de respaldo arqueológico. Sus historias, fragmentarias e inconexas, no ofrecen ningún reflejo auténtico de culturas históricas. No se menciona ningún topónimo del antiguo Israel, ni siquiera Jerusalén. Muchos de los supuestos sucesos históricos que se refieren en el Corán carecen de verificación independiente. Se nos dice, por ejemplo, que Abraham e Ismael construyeron la Kaaba de La Meca (C 2:127), pero no existe absolutamente nada que lo corrobore. El relato bíblico, que es anterior en más de mil años, no sitúa a Abraham en ningún lugar próximo a Arabia.

El Corán no es una fuente creíble para la historia bíblica

No cabe considerar que el Corán, escrito en el siglo VII d.C., tenga autoridad alguna
para informarnos acerca de Jesús de Nazaret. No ofrece ninguna prueba de sus
afirmaciones sobre historia bíblica. Sus numerosos errores históricos reflejan una
interpretación tergiversada de la Biblia.

El islam se apropia la historia del judaísmo y del cristianismo

Cuando Mahoma enlazó el nombre de Allah con las historias religiosas del judaísmo y el cristianismo, fue una manera de reclamarlas para el islam. A la luz de los sucesos posteriores, la reivindicación de que el islam fuera la religión original, y de que todos los profetas precedentes fueran musulmanes, se puede considerar como un intento de apropiarse las historias de otras religiones para el islam. El efecto es desposeer al cristianismo y al judaísmo de sus historias propias.

Piénsese que muchos lugares bíblicos, tales como las tumbas de los patriarcas hebreos y el Monte del Templo, son reivindicados por el islam como lugares musulmanes, no judíos ni cristianos. No en vano nos dice el Corán que Abraham “era musulmán”. Bajo la dominación islámica, todo judío o cristiano fue expulsado de esos lugares.

El lugar de las escrituras judaicas en el cristianismo es completamente diferente del lugar de la Biblia en el islam

Existe una diferencia fundamental entre las actitudes cristianas hacia las escrituras
judaicas y las actitudes islámicas hacia la Biblia. Los cristianos aceptan las escrituras hebreas. Eran las escrituras de Jesús y los apóstoles. Eran las escrituras de la Iglesia primitiva. Todo el dogma y la práctica cristianos descansan sobre ellas. Conceptos cristianos centrales como los de “Mesías” (en griego “Christos”), “Espíritu de Dios”, “Reino de Dios” y “salvación” tienen hondas raíces en las tradiciones hebreas de la Biblia.

Vemos también que los seminarios cristianos dedican un esfuerzo considerable al
estudio de las escrituras hebreas. Es parte integral de la formación para el sacerdocio cristiano. Las escrituras hebreas se leen (traducidas) cada domingo en muchas iglesias de todo el mundo.

En contraste, el tratamiento que da el islam a la Biblia es de absoluto desprecio. Aunque afirma “verificar” toda la revelación profética anterior, el Corán prescinde del contenido real de la Biblia. La acusación de que cristianos y judíos hubieran corrompido deliberadamente sus escrituras se lanza sin pruebas, y sólo sirve para tapar las deficiencias históricas del Corán. Es infrecuente que los eruditos musulmanes tengan un conocimiento informado de la Biblia o de la teología bíblica, y por lo tanto permanecen ignorantes de estas realidades.

Así hablan de Jesús algunas voces musulmanas de hoy

Yasser Arafat, en una conferencia de prensa dada en las Naciones Unidas en 1983, dijo

que Jesús fue “el primer fedayin palestino que tomó la espada” (es decir, que fue un

insurgente por el islam).

El jeque Ibrahim Madhi, al servicio de la Autoridad Palestina, decía en una emisión en directo de la televisión de la Autoridad Palestina en abril de 2002: “Los judíos esperan al falso mesías judío, mientras que nosotros esperamos, con la ayuda de Alá, [. . .] a Jesús, la paz sea sobre él. Las manos puras de Jesús asesinarán al falso mesías judío. ¿Dónde? En la ciudad de Lod, en Palestina”.

El escritor Shamim A. Siddiqi, de Flushing (Nueva York), expuso con toda claridad la posición clásica del islam hacia el cristianismo en una reciente carta a Daniel Pipes, columnista del New York Post:

“Abraham, Moisés, Jesús y Mahoma fueron todos profetas del islam. El islam es la
herencia común de la comunidad judeo-cristiano-musulmana de América, y establecer el Reino de Dios es la responsabilidad conjunta de las tres fes abrahámicas. El islam fue el din (fe, camino de vida) tanto de los judíos como de los cristianos, quienes después lo perdieron a través de innovaciones humanas. Ahora los musulmanes quieren recordar a sus hermanos y hermanas judíos y cristianos lo que era su din [religión] original. Éstos son los hechos de la historia.”

Este negacionismo histórico –fingir que se afirman el cristianismo y el judaísmo cuando la verdad es que se los rechaza y suplanta- es un eje cardinal de la apologética musulmana. Lo que se está afirmando en realidad no es ni el cristianismo ni el judaísmo, sino a Jesús como profeta del islam, a Moisés como musulmán, etc. Con ello se pretende conducir a la “reversión” de los cristianos y judíos al islam, que es a lo que se refiere Siddiqi cuando habla de “la responsabilidad conjunta” de judíos y cristianos de establecer un “Reino de Dios”. Con eso quiere decir que los cristianos y judíos americanos deberían cooperar en la implantación de la sharía y el régimen islámico en los Estados Unidos.

Conclusión

El Isa (Jesús) del Corán es un producto de la fábula, la imaginación y la ignorancia.
Cuando los musulmanes veneran a ese Isa, están pensando en alguien que no es el
Yeshua o Jesús de la Biblia y de la historia. El Isa del Corán no tiene base en ninguna forma reconocida de dato histórico, sino en fábulas que circulaban en la Arabia del siglo VII. Para la mayoría de los musulmanes devotos, Isa es el único Jesús que conocen. Pero si se acepta a ese “Jesús” musulmán, entonces también se acepta el Corán: se acepta el islam. La fe en ese Isa se gana a costa del libelo de que judíos y cristianos hayan corrompido sus escrituras, acusación que carece de apoyo histórico. Creer en ese Isa implica que gran parte de la historia cristiana y judaica es en realidad historia islámica.

El Jesús de los evangelios es la base sobre la que se desarrolló el cristianismo. Al
islamizarle, y hacer de él un profeta musulmán que predicó el Corán, el islam destruye el cristianismo y se apodera de toda su historia. Lo mismo hace con el judaísmo.

En el final de los tiempos que Mahoma describe, Isa pasar a ser un guerrero que

retornará armado de lanza y espada. Destruirá la religión cristiana y hará del islam la única religión en todo el mundo. Por último, en el juicio final condenará a los cristianos al infierno por creer en la crucifixión y la encarnación.

Ese acto final del Isa musulmán refleja la estrategia apologética del islam en relación con el cristianismo, que consiste en negar al Yeshua histórico y reemplazarle con un facsímil de Mahoma, de modo que lo único que quede sea el islam.

“La corriente sustitucionista musulmana afirma que la entera historia bíblica de Israel y del cristianismo es historia islámica; que todos los profetas, los reyes de Israel y de Judá y Jesús fueron musulmanes. Que la Gente del Libro se atreva a impugnar esa afirmación constituye una arrogancia intolerable para un teólogo islámico. De esa manera se despoja a judíos y cristianos de sus Sagradas Escrituras, y del valor salvífico de éstas.” Bat Ye’or en Islam and Dhimmitude: where civilizations collide, pág. 370

Apéndice: Testimonios históricos de Jesús (Yeshua) de Nazaret y su muerte por

Crucifixión

Fuentes no cristianas acerca de Jesús

Tácito (55-120 d.C.), célebre historiador de la Roma antigua, escribió en la segunda mitad del siglo I que “Christus . . . fue ajusticiado por Poncio Pilato, procurador de Judea en el reinado de Tiberio: pero la perniciosa superstición, reprimida por algún tiempo, volvió a extenderse, no sólo por Judea, donde se originó el problema, sino también en la ciudad de Roma”. (Anales 15:44)

Suetonio, escribiendo hacia el año 120 d.C., habla de disturbios de los judíos a
“instigación de Chrestus” en tiempos del emperador Claudio. Podría ser una referencia a Jesús, y parece tener relación con los sucesos de Hechos 18:2, que tuvieron lugar en el año 49 d.C. Talo, historiador profano que escribió quizá en torno al año 52 d.C., alude a Jesús hablando de la oscuridad que cubrió la tierra después de su muerte. El original se ha perdido, pero los argumentos de Talo –que explican lo sucedido como un eclipse de sol- están citados por Julio Africano a comienzos del siglo III. Mara Bar-Serapion, un sirio que escribió después de la destrucción del Templo en el año 70 d.C., menciona la anterior ejecución de Jesús, al que llama “rey”.

El Talmud Babilónico alude a la crucifixión (llamándola ahorcamiento) de Jesús el
Nazareno en la víspera de la Pascua. En el Talmud también se nombra a Jesús
calificándole de hijo ilegítimo de María.

El historiador judío Josefo describe la crucifixión de Jesús bajo Pilato en sus

Antigüedades, escritas hacia el 93/94 d.C. Josefo alude asimismo a Santiago el hermano de Jesús y su ejecución en tiempos del sumo sacerdote Ananus (Anás)

Las epístolas de Pablo

Las epístolas de Pablo fueron escritas entre veinte y treinta años después de la muerte de Jesús. Son documentos históricos de valor, entre otras cosas porque contienen
confesiones de fe que indudablemente se remontan a las primeras décadas de la
comunidad cristiana.

Pablo se hizo cristiano cuando habían transcurrido pocos años desde la crucifixión de Jesús. En su primera carta a los corintios escribe: “Primero y ante todo, os transmití lo que yo mismo había recibido: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a lo anunciado en las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a esas mismas Escrituras; que se apareció primero a Pedro, y más tarde a los doce”. Ahí se confirma claramente que la creencia en la muerte de Jesús data de los comienzos del cristianismo.

Los cuatro Evangelios

Los cuatro Evangelios fueron puestos por escrito entre veinte y sesenta años después de la muerte de Jesús, cuando aún vivían quienes podían recordar los sucesos que describen.

La mayor parte de los sucesos narrados en los Evangelios tuvieron lugar a plena luz. La enseñanza de Jesús fue seguida por grandes muchedumbres. Hubo infinidad de testigos de los hechos de su vida. Su muerte fue una ejecución pública.

Fiabilidad de los manuscritos de la Biblia y su transmisión

La fiabilidad de los manuscritos de las Escrituras en griego es extraordinaria, mucho mayor que la de todos los demás textos antiguos. Son más de 20.000 los manuscritos que las corroboran. Aunque no faltan errores de transcripción, como era de esperar en copias hechas por amanuenses, casi siempre son de poca importancia, y la integridad básica del proceso de copia está abundantemente atestiguada.

A ello hay que añadir que, cuando los cristianos de Occidente estudiaron las Escrituras en hebreo durante el Renacimiento, se comprobó su coincidencia con las traducciones al griego y al latín que venían copiándose una y otra vez desde hacía mil años. Había errores de copia y otras pequeñas variantes, pero no falseamientos significativos de la magnitud que habría sido necesaria para inventar la historia de la muerte de Jesús. Análogamente, cuando se descubrieron los Rollos del Mar Muerto se vio que entre ellos había rollos de la Biblia hebrea anteriores a la época de Jesús. También éstos coincidían estrechamente con los manuscritos masoréticos hebreos más antiguos, posteriores en más de mil años. Tampoco entonces se hallaron falsificaciones, sino que se comprobó que las copias eran notablemente fidedignas.

Conclusión: Jesús de Nazaret es un personaje histórico

Es obvio que hay sucesos relacionados con la vida de Jesús que muchos no cristianos se niegan a aceptar, como los milagros, el nacimiento virginal y la resurrección. Pero lo que está fuera de discusión es que Yeshua (“Jesús”) de Nazaret fue un personaje histórico, que vivió, tuvo en vida seguidores entre sus compatriotas judíos y fue ejecutado por crucifixión por las autoridades romanas, tras de lo cual sus seguidores se extendieron rápidamente. Las fuentes profanas y cristianas de la época están de acuerdo en esto.

Las fuentes primarias para la historia de la vida pública de Jesús son los Evangelios. Los Evangelios fueron puestos por escrito no mucho después de su muerte -cuando aún vivían testigos presenciales de los hechos-, y todo indica que fueron fuentes aceptadas como fidedignas por la primera comunidad cristiana, en una época en la que todavía había testigos de vista y de oídas de la vida de Jesús.

Nuestra conclusión es que todas las afirmaciones acerca de Isa (Jesús) que se contienen en el Corán, afirmaciones hechas seis siglos después de la muerte de Jesús, deben ser juzgadas a la luz de la evidencia histórica de estas fuentes del siglo I, y no a la inversa.